El estado de la cuestión
Vivimos en un entorno donde el consumo se ha convertido en una de las actividades cotidianas más habituales. Es necesario partir de esta realidad y de esta normalidad: en nuestra sociedad, consumir es una necesidad que nos permite al mismo tiempo cubrir y satisfacer necesidades de diferentes tipos: alimentación, vestido, vivienda, bienestar, cultura, ocio…Ahora bien ¿no consumimos más de lo que realmente debemos?
A menudo compramos productos que, seguramente, no necesitamos pero que se no presentan a nuestros ojos disfrazados de falsas utilidades y mensajes atractivos que nos hacen creer que obteniéndolos seremos más felices. En este contexto, vivir austeramente, es decir, moderar nuestro consumo dentro de unos márgenes razonables es un acto de coraje y al mismo tiempo de justicia porque a menudo implicará ir a contra corriente y no perder de vista los colectivos sociales que viven en situación de desventaja y desigualdad social.
De hecho, no deja de sorprender que aquellos que menos tienen sean los que están más dispuestos a dar y a compartir. Uno experimenta que ciertamente cuando más se tiene más se desea y aquello que tenemos nos acaba poseyendo de tal manera que configura una manera de ser desconfiada, vanidosa y egoísta, siempre temerosa y al acecho de lo que nos puedan quitar o de lo que podamos perder. Una actitud que lleva a la competitividad (para no ser menos que este o aquel…) y a la insatisfacción constante (siempre se quiere más) por tanto al encuentro frustrante con las cosas y al desencuentro angustioso con las personas.
Pero aquellos que ya lo tienen todo perdido o tienen bien poca cosa que perder son capaces de poner a disposición de los otros, sin avergonzarse, su propia indigencia y de darnos una gran lección de humanidad porque saben que su mayor riqueza, lo más preciado que tenemos todos no tiene nada que ver con los bienes y las posesiones materiales, sino que radica en el propio interior más profundo, en el corazón dispuesto a darse a acoger y a amar y eso nadie nos lo puede arrebatar.
Será que la generosidad y la hospitalidad deben estar estrechamente ligadas también a la desposesión de todo aquello que nos aliena, a la vida sobria y a saber aferrarnos a nuestra riqueza interior.
Las principales fuentes de presión:
Si la sobriedad es una fuente de felicidad, en primer lugar habrá que ser conscientes de las diferentes fuentes de presión que intervienen en la actividad de consumir sin medida, porque ser consciente de estas fuentes es el primer paso para poder regular su efecto.
Una de las principales fuentes de tensión son los
Esta fuente de presión mediática impregna todos los ámbitos de nuestra vida generando otras fuentes de presión. Un segundo bloque lo encontramos en la
Habrá que saber encontrar la medida justa entre aquello que es necesario para la correcta socialización y lo que traspasa los límites de una educación en los valores de la responsabilidad, la solidaridad y la justicia.
Finalmente podríamos señalar también la presión social que en determinados momentos juega
medios de comunicación. Estos nos bombardean continuamente y nos crean falsas necesidades en las que caemos con frecuencia. Nos lanzan el mensaje de que con dineros lo podemos comprar todo y podemos tener una vida fácil y cómoda porque podemos tener todo a nuestro alcance, TV de alta resolución que nos permite disfrutar de un "cine en casa", el coche más potente, servicios de toda clase a domicilio…Ante esta realidad es preciso ayudar a descubrir que el verdadero bienestar y la verdadera felicidad están más allá de la posesión de bienes materiales. presión de los iguales o amigos. Cuántas veces no habremos oído decir a uno de nuestros hijos aquello de: "como todos mis amigos tienen una video-consola, o llevan una ropa de la marca X, o… ¡Yo no puedo ser menos! la familia. En esta sentido cabe decir que uno de los fenómenos que se producen en muchas familias de nuestra sociedad es la sobreprotección de los hijos en muchos niveles. ¿Cuántas veces sino llenamos con exceso de caprichos o regalos innecesarios a nuestros hijos y cedemos a sus exigencias? Pensemos especialmente en determinadas épocas del año como las Navidades, aniversarios, etc.
Vivir austeramente:
Ante toda esta realidad la opción por la austeridad parará por una cierta actitud de
para construir, para inventar nuevos entornos de sentido y alternativas que nos devuelvan a la dignidad y nos orienten a la verdadera libertad y felicidad. Tiempo para construir una vida más sobria, tratando de limitar la interminable lista de productos innecesarios que acabamos acumulando a lo largo de las semanas a un número de cosas que sean razonables y realmente provechosas, compartiendo espacios de tiempo y de vida con aquellos que realmente lo esperan, buscando espacios de silencio y de interiorización que nos ayuden a redescubrirnos de nuevo, disfrutando y celebrando las fiestas con regalos alternativos elaborados por nosotros o de consumo solidario. Tiempo para compartir "el tiempo", bien escaso de nuestra sociedad, y todo nuestro ser con nuestros hijos y familia, para reír y jugar juntos, para contemplar lo nuevo que nace y crece a nuestro alrededor y para agradecer todo lo que tenemos. Tiempo para ir tejiendo aquella alegría que nace del fondo del corazón, la de sabernos amados y con capacidad de amar, la que no responde a la sonrisa fácil y fugaz de una ilusión material obtenida, sino la perdura y llega también al corazón del otro.
También la verdadera libertad pasa a menudo por saber tener coraje y no dejar de ir a contracorriente. A tal efecto, para vivir más austeramente apuntamos las siguientes tareas fundamentales:
- En primer lugar, tal como se ha dicho, ayudar a
- En segundo lugar esta tarea de información y sensibilización no puede ser neutra y se ha de dirigir hacia una
- En tercer lugar esta tarea implica
resistencia. Resistirnos a comprar el nuevo modelo de telefonía móvil para niños, o a malbaratar comidas o cenas opulentas mientras en la misma ciudad hay gente que pasa hambre y frío. Tiempo de resistencia, sí, pero sobre todos, tiempo para crear, tomar consciencia de las diferentes presiones que recibimos y que nos impulsan a consumir. Esta toma de consciencia implica una tarea de información y de sensibilización de las trampas que nos ofrece la sociedad, poniendo en evidencia los falsos "valores añadidos" que van asociados a determinados productos. Habrá que saber leer la información que recibimos de los medios de comunicación y dar a conocer que, por ejemplo, aquella empresa deportiva que tanto anhelamos atenta contra los derechos humanos al tener trabajadores del tercer mundo en situación de explotación y maltrato laboral. O que los productos caducados de la marca X que tanto se ha lucido haciendo marketing son enviados a los países pobres produciendo enfermedades a sus ciudadanos. visión crítica que enseñe a argumentar y justificar el uso y la necesidad de las cosas. Que permita relativizar y poner en cuestión los mensajes falsos que se asocian a la venta de determinados productos y podamos discernir con claridad las cualidades, los componentes, y las ventajas e inconvenientes de cada producto. También habrá que discernir cuáles son los productos que podríamos reducir. Por ejemplo el consumo de agua, luz, ¿gasolina? determinados productos químicos, son aspectos que afectan a la sostenibilidad del planeta y que hay que enseñar a regular. ser creativo y buscar alternativas atractivas al consumo. Los valores añadidos a determinados productos, que antes mentábamos, pueden ser sustituidos fácilmente si ponemos imaginación en ello. De esta forma podemos plantear, por ejemplo, que construirse uno mismo las cosas puede tener incluso más valor que comprarlas hechas e incluso puede ser más divertido. Por otro lado el reciclaje de muchos productos que están a nuestro alcance y que a menudo tiramos nos presentan unas posibilidades ilimitadas para evitar consumir nuevamente, con imaginación y creatividad lo podemos conseguir.
Puntos de reflexión:
1. ¿Creéis que hay cosas que tenéis o que adquirís pero que en el fondo no necesitáis? ¿Cuáles? ¿Dónde estaría el límite entre la necesidad real y la creada?
2. ¿Creéis conveniente reducir o eliminar alguno de estos aspectos? ¿Por qué? ¿Cómo lo haríais?
3. ¿En qué ámbitos de la vida cotidiana nos cuesta más ser austeros? ¿A qué nos costaría más renunciar?
4. ¿Qué ventajas pensáis que comporta vivir austeramente?
5. ¿Cuáles son las principales dificultades con que os encontráis?
6. Como cristianos ¿qué actitudes de fondo pensáis que habría que educar en la familia en este contexto social de consumismo?
Textos bíblicos:
-Mt 6, 25-30 "No os preocupéis de lo que comeréis o beberéis"
-Mt 5, 1-11 Las Bienaventuranzas
-Tt 2, 11-13 "Vivir una vida de sobriedad"
-1r Sa 2, 7-8 "Es el Señor quien da la pobreza y la riqueza"
Bibliografia:
BAUMAN, Zygmunt (2007):
LIPOVETSKY,G. (2007):
CORTINA, A. (2002):
LECLERC,E. (1981):
GRÜN, A. (2002):
Barcelona, marzo de 2008
Vida de consumo. Ed. FCE La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad del hiperconsumo. Ed.Anagrama. Por una ética del consumo. Ed.Taurus Saviesa d’un pobre. Francesc d’Assís. Ed. Claret. Benito de Nursia. Espiritualidad enraizada en la tierra. Ed-Herder. Delegación Diocesana de Pastoral Familiar. – Diputación 231 – 08007 Barcelona. E-mail: familia@arconet.es Depósito Legal: B-46.502-2005
monasterio sea tu casa
ESTE FETICHE DEL CONSUMISMO ESTA LLENANDO LA VIDA DE MUCHAS PERSONAS QUE SIFRAN SU FELICIDAD EN LAS COSAS MATERIALES, OLBIDANDO QUE LAS COSAS MATERIALES SOLO NOS BRINDAN ALEGRIAS PASAGERAS, LA VERDADERA FELICIDAD SE ENCUENTRA EN DIOS...
ResponderEliminarQUIEN A DIOS TIENE NADA LE FALTA.