sábado, 16 de julio de 2011

A TODOS


“¿Habré sabido expresar suficientemente que Dios no quiere el sufrimiento y que Él no se impone con voluntad amenazadora, sino que ama a todos los seres humanos sin excepción?”.
Hermano Roger.

2 comentarios:

  1. Dios sólo quiere que comprendamos lo que es el pecado y cual es su alcance, y una vez hemos comprendido ésto quiere que imploremos el perdón y la misericordia de Dios para nosotros mismos, en primer lugar y para el prójimo, en segundo. Y ésta es toda la penitencia que nos pide que hagamos: que reconozcamos el propio pecado y que imploremos su perdón y misericordia. Pero para reconocer el propio pecado necesitamos estar lavados de iniquidades, necesitamos estar limpios, por eso pedimos en el Salmo:

    "Rocíame con hisopo: quedaré limpio;
    lávame: quedaré más blanco que la nieve" (Sal 51, 9).

    Llegados a este punto estamos ya en condiciones de implorar el perdón y la misericordia con el salmista:

    "Misericordia, Dios mío, por tu bondad
    por tu inmensa compasión borra mi culpa;
    lava del todo mi delito,
    limpia mi pecado" (Sal 51, 3-4)

    No sin reconocernos pecadores y de tener siempre presente nuestro pecado:

    "Pues yo reconozco mi culpa,
    tengo siempre presente mi pecado:
    contra ti, contra ti sólo pequé,
    cometí la maldad que aborreces" (Sal 51, 5-6)

    "Los sacrificios no te satisfacen:
    si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
    Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
    un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias" (Sal 51, 18-19).

    "Dios es el único capaz de perdonar porque es el único que puede devolver al hombre la inocencia perdida" (Dom Esteben Cheveviére).

    Por eso, Señor, porque eres el único capaz de devolver al hombre la inocencia perdida:

    "y cantará mi lengua tu justicia.
    Señor, me abrirás los labios
    y mi boca proclamará tu alabanza" (Sal 51, 16-17).

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  2. Pecado, limpieza, penitencia... ¿y el Dios de la Gracia?

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