Establecido en su corazón considerado como el centro de si mismo (según la tradición oriental), el hesicasta se entrega a la Oración de Jesús basada en la respiración. El la repite incansablemente como un mantra. Es en el lugar del corazón donde se fija la presencia de Cristo. Esta oración devenida perpetua es denominada la Oración pura, ella conviene al corazón llegado a ser libre por la liberación de los pensamientos errantes y puro en tanto que espejo perfectamente limpio. La célebre Oración de Jesús consiste así en la repetición ininterrumpida de las palabras: «Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mi». Esta oración está en el centro de los textos reunidos bajo el nombre de Filocalia.
Marie-Madeleine Davy (Publicado por ErmitañoUrbano)
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