Semejantes a los escasos refugios en las montañas, los espacios sacralizados son puertos que permiten suspender su paso, retomar el aliento y orientar su mirada interior hacia otra dimensión. Así, una iglesia románica conserva en sus flancos la oración de los orantes, los antiguos monasterios cartujos o cistercienses devenidos centros culturales propulsan a «aquellos que tienen oídos para oír» a un silencio sonoro animado por la mirada de los contemplativos.
Marie Madeleine Davy
¿Quién no ha sentido en su espíritu ese "silencio sonoro" o se ha estremecido al ver en el piso de un claustro la huella de tantos y tantos monjes al desfilar, junto a la pared interior, hacia el coro?
ResponderEliminarEs verdad, el espíritu deja huellas por esos lugares que al estar en ellos nos llega
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